miércoles, 22 de agosto de 2007

Los jardines imaginarios

El capitán sir Richard Francis Burton (1821-1890) fue uno de los más notables exploradores y eruditos de la última época gloriosa del imperio británico. Entre sus hazañas se cuentan el descubrimiento de las fuentes del Nilo, que llevó a cabo junto al teniente Speke, o la famosa anécdota de su visita a la Ciudad Prohibida de los musulmanes, adonde llegó disfrazado de bereber. Asimismo, Burton fue una de las plumas más prolíficas de la lengua inglesa, y sus obras, que se cuentan por docenas, son un feliz maridaje entre narración antropológica y calidad literaria.

Durante uno de sus viajes por Oriente Medio, Burton vio las fortalezas erigidas en lo alto de acantilados y montañas que, a la manera de gigantes barreras naturales, sirvieron de refugio al Viejo de la Montaña, señor de los hassassin, y donde se hallan también los jardines colgantes que han dado fama a esa región. El guía que a la sazón conducía la expedición era un musulmán natural de las cercanías del río Jordán, llamado Al-Mub Sahlim Bir Dum Rumal Kaser, pero cuyos itinerarios lo habían llevado por casi todo el mundo y era gran conocedor de buena parte de culturas, así como de aquellas tierras llenas de mito. En el interior de una de las fortalezas, habitada por religiosos chiítas que estudiaban el Corán entre sus murallas arenosas, mostró al capitán un prodigioso jardín que los ulemas trabajaban con ahínco. Se componía de un centro espeso de vegetación sobre el cual, sirviéndose de herramientas muy precisas que ellos mismos habían diseñado, elaboraban perfectas formas geométricas, tales como esferas y pirámides, y cuyo trazado estaba ideado según una delineación igualmente geométrica. De este modo, subiendo a una de las murallas que rodeaban la fortaleza y desde la cual se dominaba el gran patio, podían verse los dibujos de octágonos, hexágonos y toda clase de representaciones simbólicas que pueblan el imaginario artístico musulmán. Bellos entramados de líneas y dibujos simétricos, cuerpos tridimensionales, polígonos regulares, obeliscos o cubos emergían de la vegetación.

Burton no especificó o no quiso especificar la localización exacta de este lugar, y hasta la fecha no se han hallado otras menciones o referencias al jardín geométrico entre los libros de ciencias. No es descabellado argumentar que este episodio fuese una fantasía del erudito explorador, introducido en sus anotaciones de viajes como mero divertimento o fabulación antropológica. ©


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