jueves, 30 de agosto de 2007

Norton I, Emperador de los Estados Unidos de América

El 3 de octubre de 1859, Joshua Abraham Norton se proclamó a sí mismo Emperador de los Estados Unidos con el nombre de Norton I en la ciudad californiana de San Francisco. Norton, inglés de nacimiento, había hecho fortuna en Sudamérica pero perdió todo su dinero tras invertirlo en una plantación de arroz en Perú. Tras estar desaparecido de la vida pública durante unos años (para escapar de sus acreedores, según sus biógrafos), regresó al cabo de los años para reclamar el título que según su propia visión de las cosas le correspondía como monarca de los nacientes Estados Unidos de América.

Durante los 21 años que duró su reinado, Norton I fue acogido con entusiasmo por los ciudadanos de San Francisco quienes, llevados de su celo monárquico, llegaron a acuñar moneda con la cara de Norton I y a darle curso legal en la ciudad. Norton I, contó siempre con la simpatía y el cariño de sus súbditos aunque no consiguió el reconocimiento diplomático del resto de naciones del globo.

Entre los numerosos edictos y decretos que promulgó durante su reinado, se hallan las constantes reclamaciones al ejército para que disolviese las cámaras de representantes mediante el uso de la fuerza si llegase a ser necesario; la exhortación a las iglesias Católica Romana y Protestante para que le coronasen emperador en sendas ceremonias oficiales; la abolición de los partidos Republicano y Demócrata; la prohibición de referirise a la ciudad imperial de San Francisco como "Frisco", penada con la sustanciosa multa de 25 dólares; la propuesta de creación de una Liga de Naciones; la construcción de un puente o túnel que conectase Oakland con San Francisco; la emisión de Bonos Imperiales, pagaderos a un interés del siete por ciento; o la prohibición de cualquier enfrentamiento entre ciudadanos por cuestiones religiosas o raciales. Se dice, incluso, que fue Norton I quién acabó con los constantes enfrentamientos entre las comunidades anglosajona y china de la ciudad.

Norton I no tenía fortuna personal, por lo que vivía de la caridad de sus súbditos. Enfundado en un impresionante traje de gala del ejército, regalo de unos oficiales destinados en el Presidio de San Francisco, Norton I tenía garantizada la entrada a prácticamente cualquier establecimiento de la ciudad. Comía en los mejores restaurantes y no se estrenaba espectáculo teatral o musical en el que no tuviese asientos de honor reservados. Los comercios que le concedían esas prebendas colocaban luego una placa de bronce a su entrada proclamándose con ellas "aprobados por su Alteza Imperial Norton I". Estos sellos imperiales solían conllevar una importante mejora en el éxito comercial de los negocios. En ocasiones se vendieron y compraron placas falsificadas.

En 1869, Norton I fue arrestado por la policía de San Francisco para ser ingresado en un hospital mental. Los disturbios callejeros y la enorme indignación popular llevaron a su inmediata liberación y a la petición de disculpas públicas por parte del jefe de policía. Magnánimo, Norton I otorgó el perdón real tanto al agente que lo detuvo como al resto del departamento de policía y no consideró el incidente más que como una anécdota jocosa. Cuando su uniforme de gala comenzó a mostrar un aspecto viejo y ruinoso, el ayuntamiento de la ciudad decidió pagarle uno nuevo. Como muestra de agradecimiento, Norton I otorgó títulos de nobleza a diversos miembros del consistorio.

El 8 de enero de 1880, Joshua Abraham Norton se desplomó inconsciente en la esquina entre las calles de California y Dupont mientras se dirigía a dar una conferencia en la Academia de Ciencias de San Francisco. Varios policías le trasladaron rápidamente al hospital de la ciudad, pero murió en el trayecto. Al día siguiente, el San Francisco Chronicle publicó la noticia en primera página con el titular: "Le Roi est Morte". El texto de la necrológica decía: "sobre el sucio pavimento, en la oscuridad de la noche lluviosa, Norton I, Emperador de los Estados Unidos de América y Protector de Mexico por la Gracia de Dios, encontró ayer la cristiana muerte". Otros periódicos publicaron semejantes notas necrológicas. Se dice que más de 30.000 personas, desde los más miserables a los más poderosos de entre los ciudadanos de San Francisco acudieron a su funeral, motivo por el que se decretaron dos días de luto oficial en la ciudad.

No hay comentarios: