
"Antes de dar por comenzada la cena, me puse en pie para dar un pequeño discurso de agradecimiento a todos los asistentes y ponderar la enorme hospitalidad del pueblo francés. No bien había comenzado cuando el embajador sueco se puso a su vez en pie y se acercó a mí con paso vacilante. Estaba muy pálido y bañado en sudor. Cuando llegó a donde yo estaba, se dirigió a mí con unos murmullos (puede que en sueco, no estoy seguro), metió una mano en un bolsillo, me cogió una de las mías, depositó algo en mi palma y me cerró los dedos. Seguidamente comenzó a lanzar alaridos como un poseso y se dirigió corriendo hacia la salida. Comprobé que lo que yo tenía en mi mano era un huevo duro."
A Thorsten Nojd lo encontraron muerto en un callejón cercano a la embajada de México. Se había disparado en la cabeza. Tenía 32 años y estaba soltero. Nadie, jamás, pudo ofrecer una explicación de lo sucedido durante la recepción del embajador mexicano.
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