
Popes, magos, polígrafos y expertos de todo tipo interpretaron el graffiti del s. VIII como algún tipo de mensaje satánico, grabado por el Maligno en persona sobre la austera piedra para mofa y escarnio de la Cristiandad. Se llegó en numerosas ocasiones incluso a exorcizar la roca para liberarla de las posibles influencias demoníacas de los rectilíneos y desgastados símbolos.
No sería hasta el x. XVIII cuando el alemán Karl-Heinz Oberhoff identificó los extraños signos como un degradado mensaje dejado por un guerrero vikingo de las hordas de Igor Olegsson durante la tercera ofensiva lanzada por los feroces suecos contra la ciudad de Constantinopla. Hallazgos posteriores verificarán la validez del veredicto de Oberhoff.
1 comentario:
Me gustaría conocer las fuentes de esta historia, que encuentro interesante.
Lástima que haya pasado tanto tiempo desde que se escribió el texto, pues se hace improbable que obtenga respuesta.
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